JERUSALÉN. - En el vértigo de las alertas de misiles, el frenesí de las sirenas, la vorágine de noticias que hablan de nuevos soldados caídos en combate -con nombre y apellido- en el Líbano, un año después del 7 de octubre de 2023 que cambió para siempre Medio Oriente reina la desesperanza en Israel. Si hay algo en lo que todos coinciden -israelíes y palestinos- es que nunca hubo un momento histórico peor, más negro, más sangriento, para quienes viven en esta región, donde la única perspectiva parece ser la de un luto infinito y una guerra, también, infinita. Una guerra que, además, al involucrar también en forma directa a Irán, podría degenerar en una conflagración de consecuencias impredecibles.